viernes, 2 de marzo de 2012

ALFREDO TORERO...


                                    ALFREDO TORERO  y  FERNANDEZ de CORDOVA

                                                            (1930-2004)

                                                      Omenaje  y  testimonio



Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros

que tienen en sí el decoro de muchos hombres…

En ellos van miles de hombres, van pueblos enteros,

                      va la  Dignidad  Humana.

                                                              José Martí

Este Omenaje y testimonio ala memoria de Torero fue suscitado por la presentación del documental que Federico García le dedica y, sobre todo, por las manifestaciones de algunos de los asistentes a este acto que se realizó el 10/9/11.



Mi testimonio se basa en que cuando fui miembro de la asamblea universitaria de nuestra Alma Mater, Torero era Vice Rector. No fuimos amigos pero, por una parte, ambos éramos amigos del rector Jorge Campos y Rey de Castro y hubo cierta simpatía mutua, lo que permitió que, en algunos ocasiones, conversásemos con bastante franqueza sobre ciertos temas "delicados" (peligrosos) y, por otra parte y sobre todo, están las manifestaciones oficiales o públicas de Torero en su función de encargado de velar porque las “autoridades” de turno respetasen los derechos humanos, al menos, en lo que se refiere a los miembros de la comunidad akadémica.

(Para tener una idea de lo arduo y peligroso de la tarea de Torero, recordemos que esas mismas autoridades habían ordenado la masacre de cientos de presos desarmados en la isla del Frontón y, en el interior del país, la de cualquier comunidad sobre la que cayese la más ligera sospecha de que habían tenido la más mínima relación con alguno de los grupos alzados en armas. Y esa relación podía surgir del simple hecho de que, por allí, pasó una columna de hombres armados).

Mi testimonio difiere con lo que acabo de escuchar anoche (10/9/11) en la presentación del documental de Federico García sobre Torero donde algunas personas relacionadas con el Maestro desde mucho antes y mucho más estrechamente que yo trataron, afanosamente, de “limpiar” su imagen.  

 El omenaje es, simplemente (no podría ser de otro modo) el reconocimiento del valor de Torero como científico y, lo más importante, como Ombre en su plena Dignidad.



En el aspecto científico, Torero y Noam Chomski son los más importantes linguistas en momentos en que, por haber hecho eclosión la linguística como ciencia formal, apareció una constelación de genios dedicados a esa rama del conocimiento humano, la que estudia, justamente, el fundamento de nuestra umanidad, el lenguaje. Para nosotros, erederos de culturas milenarias creadoras de los lenguajes más racionales, cultivar la lingüística y la filología andinas es vital para establecer o restablecer nuestra identidad y recuperar nuestra autenticidad sin lo cual no superaremos muestra akulturalienación ni nuestra condición de pueblo sometido. Torero estudio los más importantes de nuestros idiomas y, en algunos casos, trató de reconstruirlos o de salvar lo poco que quedaba de ellos. Su thesis doctoral fue sobre uno de los lenguajes desaparecidos, el pukina.    

En  el  caso del  RunaSimi, contra la opinión de todos los que se habían pronunciado antes sobre el punto,  estableció  que el origen de lo que los españoles llamaron “lengua general” del Tawantinsuyu, era la costa central y, más tarde,  enterado del descubrimiento de  Karal,  y en pleno acuerdo con Ruth Shady, la descubridora del centro urbano más antiguo de  Abia Yala y uno de los más antiguos de nuestro planeta , establece  que el  idioma que, desde hace más de cinco mil años,  empleaba  el  Runa  que creó y habitó  Karal fue el  RunaSimi  (la lingua hominis).

El otro gran aporte de Torero  respecto al RunaSimi fue  la clasificación, quasi linneana,  de las diversas variedades o variantes  (con sus subdivisiones)  de esta lengua malllamada quechua desde Domingo de sto. Tomas (1560).

Se podrían agregar varios puntos más, pero para nuestro objetivo, basta con lo escrito; en todo caso, se puede ver la presentación de Gustavo Solís a la compilación de los trabajos de Torero cuyo primer tomo acaba de aparecer (Huacho, 2011). Pasemos a lo más importante.

Aunque  en la mayor parte de los científicos la razón suele ser tuerta  (y se limitan a observar  sus papeles , sus libros, sus micro-  o tele-skopios, a  anotar esas observaciones, a evaluarlas o a  experimentar)    Torero (y en este aspecto también coincide con Chomski, uno de los más agudos críticos del  systema  imperante)  fue, desde muy temprano, un activo militante en la lucha popular contra la injusticia, la opresión y la explotación  a que están  sometidas las grandes mayorías  en nuestro país y  en  casi todos los países del mundo.  Con la acotación, importantísima,  de que en este país esas mayorías somos los autóchthones  o los que, en alguna proporción,  descendemos de ellos, de esos  que usaron algunas de las milenarias lenguas indígenas a cuyo conocimiento  o  esclarecimiento dedicó Torero su vida akadémica.

Así pues, Torero  fue, a lo largo de toda  su vida, como estudiante, como profesor, como autoridad universitaria o como investigador del más alto nivel  un Revolucionario en el más auténtico sentido de la expresión  (y no hay que temer  a  las  palabras).  Y, justamente, no temiendo a las palabras quiero aclarar un punto que en el documental  se trata de soslayar, Torero fue, cuando menos, un decidido simpatizante (como muchos otros akadémicos  que, como el propio Torero, no podían expresarlo libremente) de los satanizados movimientos que,en esos momentos, estaban alzados en  armas tratndo de derribar el systema  imperante.

 Sabemos de muchas otras personalidades muy destacadas de nuestra intelectualidad  (Prudentia nos obliga a callar sus nombres) que, cuando menos, también simpatizaron, y muy cálidamente, con alguno de esos movimientos. Por haber ya fallecido y porque, además, cuando se descubrió que había pertenencido al Comité Central del PCP, se hizo un gran escándalo mediático al respecto, nos permitimos nombrar al Dr. Francisco Alarco y Larrabure notable psiquiatra y umanista pleno por cuya memoria guardamos un profundo respeto todos los que lo conocimos.  Y también merece nuestro cariño,  respeto y  admiración la memoria de Rosita Alarco y Larrabure que si bien no perteneció al PCP (o, al menos, nada permitiría afirmarlo) siempre se solidarizó con la causa y las luchas populares.        

Torero, en la penúltima etapa de su vida, como vicerrector de nuestra universidad y como Presidente de la más importante comisión de la asamblea universitaria  (la que, en  tiempos  tan tormentosos  defendía  los DDHH)  demostró  el coraje que le valió ser considerado como uno de los más peligrosos enemigos no sólo del régimen, sino del systema  que, para  anularlo, le aplicó el sanbenito de terrorista. Fue perseguido, encarcelado y torturado (y no por primera vez)  y el estado genocida que sufrimos intentó asesinarlo. Como  consecuencia de esas torturas quedó ciego y con el organismo totalmente maltratado. Finalmente, consiguió se le concediese asilo en Holanda (la España no tan postfranquista se lo había negado) y pasó la última etapa de su vida en el exilio donde, en las condiciones más difíciles, pudo continuar su obra, sufriendo la amargura de no poder retornar a su patria ni siquiera para morir en ella, aunque quizá se le hubiese seguido maltratando.

Baste recordar el recibimiento vergonzante que dieron las autoridades sanmarkinas a los restos mortales del Amauta que regresaba al seno de los suyos y compararlo con la faustuosa recepción  (que  hobiesen  querido  versallesca  pero  que sólo llegó hasta donde lo permitió su misérrima mediocridad) que esas gentes tributaron al más célebre agente viajero del establishment que, con el entusiasmo propio de un neófito que acaba de descubrir el fundamentalismo, está dedicando sus últimos años a predicar su kakangélion de londres a tokio y de stokholm a santiago con mercenarias  paskanitas  en cuanto poblado  intermedio se  pudiese.  Evidentemente,  la  tricoronada  o  tricorneada  ciudad  de  los  reyes  no  podía ser la excepción con el agregado  de que,  aquí,  sus embelesados anfitriones  alucinaron que bastaba  con rozar  el  oropel  nobelesko  o markesesko  para quedar  ennobelezados  o  ennoblezkados  (ya  que  no  ennoblecidos).  

Claro  que,  para  estos  perpetuos  aspirantes  a  cualquiera  de  esos  premios  consuelo  con  los  que  el  systema  los  somete  o  amansa  (y  que,  ni  en  el  más desbocado  o  descocado  de sus  sueños  se imaginarían  en  stockholm)   lograr el nobel es la mayor proeza  posible para cualquier mortal.  Y  si  este  novelesco  nobelwinner  al  que,  pese  a  su  confesado  apatridismo  (que  él  llama  kosmopolitanismo)  consideran  su  compatriota,  les  concede  el  altísimo honor  de su  visita,  pues habrá  que  demostrarle  que,  a  falta  de  otras  virtudes,  los  de  aquí  poseen  una  de  las  columnas  más  flexibles  del  mundo.  Lo  lamentable  es  que  el  ridículo  sainete  programado  para  la  memorable  visita  de  maximus  laureatus  (con rabo,  orejas,  cuernos,  patas  y  hasta  el  cuero  del  noble  quadrúpedo)  culminó  con  una  villanía  catedralicia,  crearon  una  cátedra  consagrada  a  mantener  y  propagar  el  culto  ala  memoria  de  su  adorado  nobelprize.   Debió de  haberse  inaugurado  con  la  bendición  solemne  de  cipri el purpúreo  (su  traje  de  luces,  el  más  vistoso  de  todos,  combina  oro  y  plata  con  el  morado)  pero  el  mataor  los  honró  con  su  ausencia. 

Todo  el  claustro  sabía  y  sabe  que  en nuestra  universidad  (y  limitándonos  a  las  Humanidades)  hay,  por  lo  menos,  media docena de  Maestros  que  merecen  una  cátedra  y  varios  cursos  para  estudiar  su  obra.  Uno  de  éstos es,  justamente,  Torero;   pero  no  es  el único.  Allí  están  los  legados  inagotables  de  César  Vallejo  y  José  María  Arguedas,  J.C.  Tello  y  Luis  E.  Valcárcel ,  Augusto  Salazar  Bondy  y  Víctor  Li  Carrillo  en  primer  lugar.  Y  si  no  fuésemos  estúpidamente  aldeanos,   también  se  incorporaría  a  Mariátegui  y  a  Emilio  Choy.

Termino  con  un contrito mea culpa.  Ajenos  a la valerosa e infatigable actitud de Torero y unos pocos universitarios más (alumnos y profesores) en defensa de los DDHH más elementales, la gran  mayoría de los profesores  (entre los que me conté) asumimos la cobarde actitud de  no ver  nada que estuviese más allá de nuestras mezquinas  obligaciones  lectivas.  Por eso la valentía de Torero que, por sus ideales,  renunció a las comodidades pequeñoburguesas que otorga la akademia,  que sufrió persecución, cárcel, tortura y exilio que deterioraron su salud  y su integridad física y acortaron su vida, nos merece el más profundo respeto y admiración.  

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