sábado, 19 de mayo de 2012


                                                  hace  sesenta  años

ERNESTO GUEVARA Y  ALBERTO GRANADO, habiendo salido de buenosaire (sanmartín-Evita-Christina)  rumbo a Venezuela  (bolívar-Chávez,  simbólico, no  te parece)  pasaron por este país      

eran dos jóvenes despreocupados (el sello que la pequeña o la microburguesía impone a  sus integrantes)  que,  simplemente, querían conocer algo  del continente en el que vivían.   Se sorprendieron e indignaron cuando, en chile, se encontraron con masas de indíjenas desposeídos y desplazados.

en argentina prácticamente ya no había indíjenas, casi todos habían sido exterminados por los alieníjenas.   Hasta hace un siglo, todavía era usual que,  en los poblados “fronterizos”, las “autoridades” de ese país pagaban a los que demostraran que habían asesinado “indios”.  Y  el monto de la paga era directamente proporcional al número de asesinados

cruzando la frontera norte de ese país, pudieron observar que las poblaciones orijinarias sufrían aquí los mismos abusos e injusticias que sus ermanos que vivían en chile.  Se maravillaron con el Josjo y, sobre todo con MachuPichu y se dolieron e indignaron por la situación que sufrían los descendientes de los sabios constructores de tanta grandeza 

en Lima,  esa gran figura que el systema casi ha logrado undir en el olvido,  Hugo  Pesce*, amigo y kamarada de Mariátegui,  lo ayudó a definir su pensamiento; le proporcionó la bilbiografía adecuada (Mariátegui, Vallejo, Neruda) y lo encaminó a San Pablo donde los dos argentinos colaboraron como voluntarios. Allí, celebraron, junto con todo el personal de ese centro, el vijésimo cuarto cumpleaños del CHE

cuando Ernesto y Alberto salen del Leprosorio, camino a Venezuela (donde se queda Alberto)   el rumbo ideológico de Guevara ya está prácticamente definido.  No fue la mera casualidá la que, luego, hizo que se encontrase con Fidel y se convirtiese en uno de los grandes íkonos de la REVOLUCIÓN a nivel mundial

hace sesenta años...  pasó  por  aquí

*hace unos meses estuve en la facultá de medicina de sanmarcos (mi amigo Iro se titulaba de médico).  Sin pensar en el CHE y sin proponerme ser encuestador, se me ocurrió preguntar a un grupo de jóvenes con los que me crucé por esta figura venerable. Eran siete, hombres y mujeres, ninguno de ellos sabía nada de un tal Doctor Pesce

y  en el semanario de Herr  hildebrandt  se quejan porque los alumnos secundarios no leen a palma, ni al verguitas

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