hace sesenta años
ERNESTO GUEVARA Y ALBERTO GRANADO, habiendo salido de buenosaire
(sanmartín-Evita-Christina) rumbo a
Venezuela (bolívar-Chávez, simbólico, no
te parece) pasaron por este
país
eran dos jóvenes despreocupados (el sello que la pequeña o
la microburguesía impone a sus integrantes) que, simplemente, querían conocer algo del continente en el que vivían. Se sorprendieron e indignaron cuando, en
chile, se encontraron con masas de indíjenas desposeídos y desplazados.
en argentina prácticamente ya no había indíjenas, casi todos
habían sido exterminados por los alieníjenas. Hasta hace un siglo, todavía era usual que, en los poblados “fronterizos”, las
“autoridades” de ese país pagaban a los que demostraran que habían asesinado
“indios”. Y el monto de la paga era directamente
proporcional al número de asesinados
cruzando la frontera norte de ese país, pudieron observar
que las poblaciones orijinarias sufrían aquí los mismos abusos e injusticias que
sus ermanos que vivían en chile. Se maravillaron
con el Josjo y, sobre todo con MachuPichu y se dolieron e indignaron por la
situación que sufrían los descendientes de los sabios constructores de tanta
grandeza
en Lima, esa gran figura
que el systema casi ha logrado undir en el olvido, Hugo
Pesce*, amigo y kamarada de Mariátegui,
lo ayudó a definir su pensamiento; le proporcionó la bilbiografía
adecuada (Mariátegui, Vallejo, Neruda) y lo encaminó a San Pablo donde los dos argentinos
colaboraron como voluntarios. Allí, celebraron, junto con todo el personal de
ese centro, el vijésimo cuarto cumpleaños del CHE
cuando Ernesto y Alberto salen del Leprosorio, camino a
Venezuela (donde se queda Alberto) el rumbo ideológico de Guevara ya está
prácticamente definido. No fue la mera
casualidá la que, luego, hizo que se encontrase con Fidel y se convirtiese en
uno de los grandes íkonos de la REVOLUCIÓN a nivel mundial
hace sesenta años...
pasó por aquí
*hace unos meses estuve en la facultá de medicina de
sanmarcos (mi amigo Iro se titulaba de médico).
Sin pensar en el CHE y sin proponerme ser encuestador, se me ocurrió
preguntar a un grupo de jóvenes con los que me crucé por esta figura venerable.
Eran siete, hombres y mujeres, ninguno de ellos sabía nada de un tal Doctor
Pesce
y en el semanario de
Herr hildebrandt se quejan porque los alumnos secundarios no
leen a palma, ni al verguitas
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