miércoles, 22 de enero de 2014

                                                                          XXII

TÓ  DOMINATIONIS  ΠAPÁΔEIΓMA  vel   “el pensamiento garcilaso”  &          LA  ASTUCIA  DEL  TITULO

Concluimos con un punto que interesaría solo a maniáticos puntillosamente celosos guardianes de alguna tonta “pureza heráldica”; pero como el ψεῦδος inca fue uno de esos especímenes, como un último omenaje a su memoria, veamos su status.

Salvo ciertas obras de carácter exclusivamente científico, todo lo que se escribe es de algún modo, a la larga y en el fondo, auto-bio-gráphico; y hay obras en que la γραφή distorsiona tanto al βίος que éste se rebela y corrige, desmiente o contradice lo que el auctor ha puesto en su scriptum; se le suele llamar la traición del sub-conciente.

Pero no es la traición del sub-conciente, es la corrección al montón de falsedades que muchos escritores o escribidores acumulan sobre sí mesmos como cuando, poráy, alguno es esos especímenes describe su vida como un ir “contra viento y marea” cuando lo único que han hecho es arrastrarse tras fama y dinero y por eso, en los sesenta fungió de castrista y en el ochenta de tatcheriano.

Este sujeto, el más importante portavoz, vocero o voceador del systema desde la fin de siècle, ha mentido tanto sobre sí y “sus circunstancias” que sería facilísimo mostrarlo como lo que es solamente revisando sus escritos; quizás en algún momento nos animemos a la tarea no de insecti-cida, pero sí de espanta-cucarachas o algo parecido.

Por ahora estamos terminando con el principal responsable de que este país sea lo que es y esté como está… JODIDO!  Y no porque se haya jodido en alguno de los brillantes momentos de su gloriosa historia, sino porque así nació.
    
 Los cambios de nombre de garcilaso son de sobra conocidos, y han sido comentados, explicados, explicitados, justificados y hasta alabados ad nauseam, pero sus “cambios raciales” o éthnicos han pasado quasi desapercibidos. En diversas partes de su obra, garcilaso se ubica en tres categorías raciales diferentes e intentó asaltar la cuarta de modo más bien oblicuo.

Sabía que si declaraba abiertamente que era español, de inmediato sería puesto en su sitio; por ello, a lo más, en algún momento se presentó como “ilustre capitán de su majestad”. En los ss. xvi y xvii, para cualquiera de los pocos lectores que había en españa (la tasa del analfabetismo en la uropa de esa época era increíblemente alta y la de los españoles de las más altas) un oficial de su majestá era, de modo casi automático, un “caballero español”.

Por supuesto que, aunque le desagradase profundamente, garcilaso sabía que, desgraciada e irremediablemente, no era un pur sang;, era un mestizo o mesticillo; recordando el diminutivo cariñoso con que califica al “inca” el garcilasólatra mayor del reyno, el más prosapiudo “noble” de la localidá (II, 15).

Al ser un mestizo, garcilaso NO era ni español ni “indio”, aunque en las dos dedicatorias a felipe (1586 y 1589) presenta su versión de los Diáloghi de Judah Abarbanel como “la traduzión del indio”. En las “Advertencias” de los CR se presenta como indio; y más adelante, se reafirma como “indio, hijo de su tierra… un indio nascido entre los indios” (I, xix).

En la Florida también proclamó su “indianidad”: “soy indio del Perú” (Fl. II, 1ª pte., x) aunque en el “Proemio al letor” había escrito que es “hijo de un español y de una india”; como tal, es mestizo y, algo muy importante, agrega que tanto ‘mestizo’, como ‘criollo’, ‘mulato’, ‘cuarterón’, ‘negro’ y ‘español’ son los nombres que hay “en Indias para nombrar las naciones intrusas no naturales de ella” (xiii).

Cuando toca el mismo punto en CR además de agregar al léxico racial algunas otras voces, declara su orgullo por ser llamado mestizo porque es

nombre impuesto por nuestros padres y por su significación, me lo llamo yo a boca llena, y me honró con él (IX, xxxi).

Ora bien, tan importante como el reconocimiento de que es parte de una ethnia “intrusa, no natural de las Indias”, es que en CR calle su intrusión. Pero en la Florida no solo se le “escapó” a Garcilaso que pertenece a una “nación intrusa”, sino también esta frase: “soy hijo de palla y sobrino de Incas” (II, 1ª pte., vi)

“Soy sobrimo de incas”, es decir, yo NO soy inca, los incas son mis tíos. Cierto, si ni siquiera es “indio”, mucho menos podría ser Inka; no pertenecía a esa ethnia ni, mucho menos, a la casta Inka. Y recién se le ocurre autoproclamarse “inca” en 1594 (Miróquesada, 1945, 181) es decir, ya mediada la sexta década de su vida tan útil y tan valiosa (para el poder saqueador, asesino, genocida y kulturicida).

Pero “inca”, de qué, ante quién o quiénes y, sobre todo, para qué? El título parecería tan tonto como el del conde de Val del Omar y, aparentemente, mucho menos útil que el de “amauta” que, salvo rarísimas excepciones, el estado peruano otorga a sus plumíferos más conspicuos para incrementar en algo su ración presupuestívora.

Ora bien, dentro de la ideología inka no cabe hablar de legitimidad o bastardía (tampoco de mayorazgos, primogenituras o derechos de sucesión) pero, con la invasión esa ideología es eclipsada, desplazada y reemplazada por la del invasor;  y eso es lo que garcilaso presenta como costumbre nativa cuando discrimina entre las concubinas (como su madre) y

la mujer principal legítima… y los hijos que de ésas nacían ni eran legítimos ni se igualaban en honra ni en la herencia con los de la mujer principal.” (I, iv)

Que Betanzos diga lo mismo (1ª pte., xvi) no es de extrañar; él aparte de ser español está emparejado con una “noble” (biznieta de PachaKutej) esas gentes que con la mayor premura, el máximo entusiasmo e inocultables intereses subalternos acogieron en bloque la “ideología” del vencedor y se empeñaron en tratar de demostrar que era idéntica a la “incaica”.  

Esa posición christiana desprecia al bastardo; y más al bastardo mestizo, mezclado o chusko, aún cuando los padres de ese engendro o mistura le oviessen regalado al rey de españa un nuevo mundo más extenso y muchísimo más rico que el eredado.

Pero, de haberse restaurado el Tawantinsuyu, la suerte del “inca” tampoco oviesse sido muy envidiable porque, muy plausiblemente, la fauna a la que garcilaso dice estar muy orgulloso de pertenecer (y que merece la condena más radical del WamanPuma) oviesse desaparecido.

Para un hypothético colegio heráldico inka, este engendro oviesse sido una vergüenza y una gravísima falta que ofende a la MamaPacha y que debería ser borrada de inmediato; ningún Amauta, ningún Inka lo oviesse aceptado y, como lo preconiza WamanPuna, se le oviesse decretado la UshananJanpi. Solo en la agonía que estaba sufriendo el Tawantinsuyu, cuando todo se puso cabeza abajo, como ha quedado desde entonces, se podrían aceptar monstruosidades como ésas, inimaginables hasta allí.

La ascendencia materna, más que enorgullecer a garcilaso le incomodaba amargamente; por eso, jamás firmó “Garcilaso Chimpu Ocllo” como asevera CDV (1965, 56). Por lo demás, en algún momento la “palla” y ChinpuOkllo se esfumaron y solo quedó, como lo declara la pobre mujer en su testamento, “la india Isabel Xuárez, natural de Cuzco…” (Miróquesada 140).

Y esto concuerda plenamente con el dictamen de su bastardo que declara que su madre es “más noble por ‘las aguas del bautismo’ que ‘por la sangre de los emperadores incas del Perú’…” (143). Por lo demás, el juicio que le merece al “indio” garcilaso la color de una nieta de Waskar también se le podría aplicar a su madre:

Era hermosísima mujer, y fuéralo mucho más si el color trigueño no le quitara parte de la hermosura, como lo hace a las mujeres de aquella tierra… (HGP, VIII, xi)

Cuando buena parte de los ingresos de l@s “indiecit@s” de los niveles más bajos de la “pirámide” se va en la compra de cremas “blanqueadoras” ell@s, sin saberlo, están siguiendo la receta garcilasista para hermosearse. La hermosura es “blanca”; así pé, blanquéate! Este “inca” es antepasado intelectual del pobre Michael Jackson, ese negro que por blanquearse murió de cáncer a la piel.

La akulturalienación de garcilaso había barrido cualquier brizna de ideología Inkaika que pudiese haber tenido y declararse “indio” o, más aún, “inca”, solo fue un ardid para marketear y bestsellizar sus libros.

Lo único authéntico son los alaridos con los que proclamaba su condición de castellano y de christiano que, cual podridas heces licuefactas, infectan todas sus historias y son la prueba innegable de su traición al legado materno que, además, ataca a la menor oportunidad como cuando se refiere al Gran PachaKamaj: “enmudecieron los demonios con los sacramentos de la santa madre iglesia romana” (HGP I, xxx).

Por lo mismo, en su viaje a españa, al pasar cerca del santuario pese a conocer su enorme importancia (1953, xxix) no lo visita ni por la curiosidad más elemental y se limita a “pasar… por el valle tradicional de Pachacamac” (Miróquesada, 119), temería el justo castigo del JatunApu convertido ahora en un gran demonio?

Pero la podre ya había empezado en la generación anterior; su madre y es@s ti@s que sobrevivían solo para moquear, lacrimear y gimotear lamentando su status perdido, ya estaban totalmente A-kulralienados. (Como ya se ha mencionado, Ella Dunbar TEMPLE AGUILAR ha hecho un recuento desolador de la descendencia de WaynaKapaj.)

Nada anula ni se antepone a la “sangre” (la herencia genética es indeleble) de lo que el “inca” está renegando en esa declaración es del legado kultural Inka y ya sabemos hasta qué punto el sobrino de Paullu superó con creces a su tío en la carrera de apóstata o traidor; sobrepasándolo ampliamente, fue sikario en todos los campos de actividad, no solo sirvió a sus amos con la espada, sino también con la pluma y, además, con mucho orgullo, paseó su librea por ambos mundos.

En 1603 garcilaso recibe el confessionario de 1585 y lo elogia porque, para hablar

… de la religión cristiana con los indios, no les hablen por los vocablos que para decir estas cosas y otros en su gentilidad ellos tenían, porque no les acuerden las supersticiones que las significaciones de aquellas dicciones incluyen en sí, sino que del todo se les quite la memoria de ellas. (HGP, I, xxiii)

A diferencia de los estudiosos de la obra de cervantes que ignoran la existencia de garcilaso, los admiradores del frustrado aspirante a prebendado o mercedario de la corona suelen asociarlo al también frustrado aspirante a corregidor; pero esta bene-dictio que el mesticillo envía desde la metrópolis a los kulturicidas que en la colonia están DES-memoriando o DES-cerebrando a los “indios”, nos recuerda más bien a otro contemporáneo de garcilaso que advierte que, sin memoria, la vida solo sería “a tale told by an idiot, / full of sound and fury, / signifying nothing.”

Bien, ése fue el objetivo de los extirpadores de idolatrías, quitar el sentido o significado a la vida de muchos de los sobrevivientes del genocidio; y eso fue ese kulturicidio que se prolonga todavía y al que se refiere LEV:  “Cinco siglos que el blanco persiguió tenazmente el suicidio espiritual de esta gran raza.” (1927, 101)

Pero no solo fue el kulturicidio; además de las muertes causadas por los enfrentamientos o por las pestes traídas por el invasor, otro factor del “despoblamiento” de AbiaYala fue el alto número de suicidios reales o materiales de muchos individuos, grupos o ethnias.

Con talante de encomendero, preocupado por enriquecerse a costa de sus encomendados, garcilaso anota un suicidio colectivo que le fue relatado por sus informantes:

Y entonces estaba aquella tierra próspera y rica y muy poblada de indios, los cuales, poco después, dieron en ahorcarse casi todos. Y la causa fue que, como toda aquella región de tierra sea muy caliente y húmida, la gente natural que en ella había era regalada y floja y para poco trabajo. Y, como por la mucha fertilidad y fructos que la tierra tiene de suyo, no tuviesen necesidad de trabajar mucho para sembrar y coger, que por poco maíz que sembraban cogían por año más de lo que habían menester para el sustento de la vida natural, que ellos no pretendían otra cosa; y, como no conociesen el oro por riqueza, ni lo estimasen, hacíales de mal el sacarlo de los arroyos y sobre haz de la tierra donde se cría, y sentían demasiadamente, por poca que fuese, la molestia que sobre ello les daban los españoles. Y como también el demonio incitase por su parte, y con gente tan simple, viciosa y holgazana pudiese lo que quisiese, sucedió que, por no sacar oro, que en esta isla lo hay bueno y en abundancia, se ahorcaron de tal manera y con tanta priesa que hubo día de amanecer cincuenta casas juntas de indios ahorcados con sus mujeres y hijos de un mismo pueblo, que apenas quedó en él hombre viviente, que era la mayor lástima del mundo verlos colgados de los árboles, como pájaros zorzales cuando les arman lazos. Y no bastaron remedios que los españoles procuraron y hicieron para lo estorbar. Con esta plaga tan abominable se consumieron los naturales de aquella isla y sus comarcas, que hoy casi no hay ninguno. De este hecho sucedió después la carestía de los negros, que al presente hay, para llevarlos a todas partes de Indias, que trabajen en las minas. (Florida I, xii)

Este largo párrafo es anthológico; había una tierra donde no había “necesidad de trabajar mucho para sembrar y coger, que por poco que se sembrase daba más de lo que se necesitaba para el sustento de la vida natural” de sus habitantes que, además, “no pretendían otra cosa” y que “no conocían el oro por riqueza ni lo estimaban”.

Por lo mismo, como los invasores pretendían obligarlos a “sacar el oro de los arroyos y sobre la haz de la tierra”, estos indios que, a diferencia de garcilaso, el más trabajador y complicado (complexo o acomplexado) de los indios, eran simples, regalados, flojos, viciosos y holgazanes, “sentían demasiadamente, por poca que fuese, la molestia que sobre ello les daban los españoles.”  

Piru, siñor inkomindiro, oro no está “sobre la haz de la tierra”, si así fuese, no habría que sacarlo, sino que recogerlo (ti das cuinta, máistro del idioma?) Y para sacarlo, hay que entrar socavón, enfermar pulmón y morir de pneumoconiosis; así pé, no es tan demasiadamente poca la molestia que querés darnos patroncito garcilacito.

Y por supuesto que no solo se trataba de los vicios o defectos de esta indiada rebelde, ocurre que también estaban bajo el dominio o influencia del diablo que campeaba en AbiaYala hasta que colón & cía trajeron a su dios que expulsó al diablo y a todos los demonios que aquí habían.

Por este motivo, en la “Dedicatoria” de la HGP, garcilaso diz que gracias a “las invencibles armas” de los invasores

se nos comunicó… el sumo y verdadero Dios, con la fe de la Santa Madre Iglesia Romana, al cabo de tantos millares de años que aquellas naciones, tantas y tan grandes, permanecían en las tristísimas tinieblas de su gentilidad.

Pero donde todavía no se había impuesto “el sumo y verdadero dios”, todavía imperaba el diablo y ese diablo incitó a esos gentiles para que se suicidasen en vez de trabajar como esclavos para conseguir ese oro que tan necesario era para sus christianos amos.
Por eso todo buen indio, es decir, el indio ya christianizado, comprende que su deber más importante es sacar el oro de la mina aún a costa de su salud o de su vida. Y recordemos que solamente el CerroRico devoró en menos de tres siglos entre diez o doce millones de indígenas.

Así pues, en esa isla se ahorcaron TODOS, pese a los esfuerzos de los buenos españoles que quisieron salvarles la vida para hundirlos en la mina para que, como buenos christianos, salvados de las garras del diablo, cumpliesen el destino que el buen dios tenía reservado a los nativos de AbiaYala. Esa “plaga tan abominable” fue uno de los factores que contribuyeron al “despoblamiento” de este continente y por supuesto que garcilaso la condena del modo más enérgico posible.

La δίψα de libertad es una plaga abominable, a diferencia de la dípsa-manía o dípsa-adictio al oro que es admirable. Y la salud, la libertad y la vida de gentes y pueblos deben estar al servicio esa sagrada dípsa y, si es necesario que desaparezcan, pues habrá que desaparecerlos.

Está ocurriendo en este continente desde 1492 y aunque el systema lo oculta o minimiza, es lo que vertebra la historia de este país. Aquí, en este 2014, la mafia en el poder ya tiene programadas en su agenda varios posibles genocidios; por lo mismo, umala acaba de promulgar una ley asegurando la total impunidad para los sikarios del estado que asesinen a todo el que se atreva a protestar.

Actualmente, el caso más notable (aunque no el único) es el de Conga donde el Pueblo sigue resistiendo los ataques de las fuerzas de ocupación a órdenes de la transnacional que desea culminar la tarea de agotar el oro que encierran sus tierras sin que les importe la destrucción de todo un maraviloso systema hydrológico que es el substento de la vida en la región.

Werner SOMBART recuerda estas frases de colón en una carta que dirige a isabel:

El oro es excelentísimo, con él se hace tesoro y con el tesoro quien lo tiene hace cuanto quiere en el mundo y llega que echa las ánimas al paraíso. (40)

Pero colón, desde mucho antes de esto, sabía perfectamente hacía dónde venía y a qué venía a estas tierras en las que abundaba ese oro que los hipnotizaba y los sigue hipnotizando y que todavía no se ha agotado.

Desde 1492 está marcado el destino de este continente; el systema le asignó ese papel de mina de europa que describe el libro de Eduardo GALEANO (Las venas abiertas de América Latina). Y ahora ya no se saquea solamente oro, sino todos los demás metales y minerales, y maderas, y mano de obra (material e intelectual) barata y un asombroso cúmulo de conocimientos milenarios que nos continúan expropiando.

Los pueblos se van percatando de esta situación y empiezan a reaccionar; en algunos países se va logrando cierto grado de autonomía, pero el esquema no ha variado de modo substancial. Paralelamente, para su defensa “intelectual”, el systema ha multiplicado la horda de sus sikarios parlescribidores, pero ninguno de ellos (nobeles o noveles) tiene, ni de lejos, el nivel de garcilaso, el awelo de toda esa fauna y creador del parádeigma de dominación vigente o “pensamiento garcilaso”.

Cuando, de un modo totalmente estúpido, garcía tildó a los indígenas de Bawa de perros de hortelano estaba en línea directa con ese “pensamiento” del que la thésis del “mestizo prosapiudo” es uno de sus corolarios. Ni eran ni son los perros de ningún hortelano, son los hortelanos, es decir, son los dueños de sus huertos o de sus chakras, aunque el proceso de DES-poseerlos que empezó en la colonia, se agudizó a partir del “libertador” y la actual mafia quisiera terminar de DES-poseer a los nativos o de exterminarlos porque las transnacionales saqueadoras requieren esas tierras por las riquezas que encierran.

Pero todo esto es, simplemente, la lamentble e indignante continuación de ese Holocausto en que “DES-aparecieron” más de TREINTA MILLONES de habitantes del Tawantinsuyu y más de CIEN MILLONES en AbiaYala solamente en el primer siglo de la invasión genocida ibérica.

Inimaginable genocidio del que garcilaso no se digna mencionar; claro que hay que tener en cuenta el telón de fondo que anota Pierre DUVIOLS a propósito de Joan de sta. cruz que busca “eventuales recompensas del poder colonial” y que:

En este asunto, su postura es comparable a la de Guamán Puma de Ayala y del inca Garcilaso. (20)

Pero el WP, pese a que se adhiere “a las propuestas oficiales antilascasianas” (xxxvi) cuando menos denuncia, ilustrándolos, algunos de los abusos que autoridades, curas y encomenderos cometen contra los indígenas y considera que, desde la llegada de los españoles, todo está cabeza abajo y que no hay remedio (todavía).

Por otra parte, muchos españoles contemporáneos de los hechos los denuncian o condenan, sobre todo el más importante defensor de los DDHH en AbiaYala, Bartolomé delas Casas que, por lo mismo, se ganó  la hostilidad del “inca” que, medio siglo después de la muerte del insigne philánthropos lo acusa de perturbar la pax hispaniola:

algunas personas, mostrándose celosas del bien común de los indios, sin mirar los inconvenientes que en mal y daño de los mismos que pretendían remediar causaban con su mal consejo y poca prudencia, propusieron en el consejo real de las indias que convenía hacerse nuevas leyes y ordenanazas para el buen gobierno de los imperios de México y Perú. Y el que más insistió en esto fue un fraile llamado Fray Bartolomé de las Casas… (HGP III, xix)

En el capítulo siguiente, Garcilaso aclara que hablar de abusos contra los indígenas es exagerado porque “muchos” españoles “les pagaban su trabajo y trataban como a hijos”. Y prosigue el ataque contra delas Casas que, en 1539

llegó a Madridy en sus sermones y pláticas familiares se mostraba muy celoso del bien común de los indios y gran defensor de ellos. Proponía y sustentaba cosas que, aunque parecían santas y buenas, por otra parte se mostraban muy rigurosas y dificultosas para ponerlas en efecto. Propúsolas en el supremo consejo de indias donde no fueron muy bien recibidas, porque las repudió García… que… entretuvo su pretensión hasta mil quinientos cuarentidós, que volvió a España el emperador carlos… que… se persuadió… a lo que el fraile quería… y al fin se proveyó lo que Fray Bartolomé pretendía… De manera que se ve claro la diligencia y solicitud que el Demonio traía en estorbar la predicación del santo evangelio en el Perú, pues apenas se acababa de apagar un fuego… cuando tenía solicitado y procurado encender otro mayor y peor, como se verá por los mismos hechos que las ordenanzas causaron.

Garcilaso se está refiriendo a las revueltas de los encomenderos contra las ordenanzas que pretendían proteger a los indígenas aunque fuese mínimamente de los terribles abusos a que esta banda de asesinos los sometía y quel al ver eliminados o disminuidos en algo los privilegios más habidos, se rebelaron.

Evidentemente que este periodo de turbulencias afectó la “predicación” del evangelion de sumisión; además, con gran satisfacción, garcilaso recuerda que pretender eliminar la mita minera fue una idea tonta que no funcionó; sigue vigente y, en tanto que el systema de dominación pretenda funcionar, es imposible eliminar:

Y a lo que la ley dice que no se echasen indios a las minas, no tengo que decir, sino remitirme a los indios que hoy (1611) trabajan por orden de los gobernadores en las minas de plata del cerro Potosi y en las de azogue, en la provincia Huanca, que si lo dejasen de hacer, no traerían la plata y el oro que cada año traen a España de aquel imperio.

En menos de tres siglos, el Cerro Rico de Potosi devoró una decena o una docena de millones de indígenas; y el azogue WankaWillkapi, a cuántos? Pero esto no importa, lo que importa es que se mantenga el flujo de oro y plata que llega a españa desde “aquel imperio”.
Por lo mismo, el mayor deber de garcilaso es   

Celebrar… las grandezas de los heroicos españoles que con su valor y ciencia militar ganaron, para Dios, para su Rey y para sí, aquese rico Imperio, cuyos nombres, dignos de cedro, viven… y vivirán inmortales en la memoria de los mortales. (HGP, Prólogo)

La Florida, además de ser la “epopeya” que glorifica e inmortaliza las hazañas de los eroicos soldados españoles que intentaron asentarse allí es un descarado llamado al más brutal imperialismo genocida; desde el “Proemio al letor”, el “inca” clama porque no se desista del empeño de ocupar esa región y que

se esfuerce España a la ganar y poblar, aunque… no sea más de para hacer colonias donde envíe a habitar sus hijos, como lo hacían los romanos cuando no cabían en su patria, porque es tierra fértil y abundante de todo lo necesario para la vida humana

Hay que “ganar” esas tierras, es decir, hay que despojar a los “indios”; luego, bien sea como resultado del ataque bélico, del bacteriológico o de la situación a que van a quedar sometidos los nativos, es fácil prever que esas tierras se van a “DES-poblar”; así que, luego, habrá que “poblar” o RE-poblar los territorios “ganados”. Todo imperialismo es genocida, “despuebla” los territorios que “gana”; y esto es lo que, insistente y monótonamente, defiende el “inca”:

deben los españoles… por su propia honra y provecho, esforzarse a la conquista de este imperio donde hay tierras tan largas y anchas, tan fértiles y tan acomodadas para la vida humana como las hemos visto.

Y en su libro pósthumo, garcilaso vuelve a la carga cuando el gobernador de turno, para apaciguar a los españoles descontentos, a imitación de pizarro, los envió

a que ganasen y poblasen en diversas partes de la tierra, para que hubiese heredades e indios que respartirles. (III, xix)

Vemos que el indiezuelo se siente perfectamente encajado en el systema explotador y genocida que lo eligió, acogió, refugió, akulturalienó y tituló de “inca”; ya se alucina todo un encomendero pero, sabiendo que no lo es ni podría serlo, se prestó para ser el más importante sikario intectual del establishment.

Macera en un intento frustrado de “justificar” la pretensión de garcilaso de hacerse español, pregunta, responde y parece creer que Garcilaso vivió varios momentos:

¿Y qué hace para ser español? Las más grandes porquerías que puede hacer un arribista, un meteque, y la peor… combatir en España a mestizos iguales a él. Garcilaso consigue ser capitán en España combatiendo a los mestizos y criollos de las Alpujarras. En ese momento, Garcilaso es una mierda con todas sus palabras. (1983, 374)

Y no es que “en ese momento garcilaso sea una mierda con todas sus palabras” y que luego dejase de serlo. Siguió siendo “una mierda con todas sus letras” o algo peor usque ad finem porque, en ningún momento tomó distancia ni, mucho menos, renegó de su participación en el genocidio de las Alpujarras algunos podrían considerar que fue un arrebato “juvenil”; al contrario, siempre se mostró orgulloso de ser un sikario asesino o genocida.

En la Florida (1605) este “indio del Perú”, lamenta que, al atacar los españoles invasores a los “indios” de eso lugares, como resultado del enfrentamiento, “los nuestros no salieron de la batalla que no quedasen heridos los más…” (VI, x). Y un poco más adelante, exultante de orgullo ispanoimperialista vocea: “Nuestros españoles se derramaron por diversas partes del mundo…” (xx).

Ya no se trata de “combatir” o asesinar moriscos, aquí se habla o escribe de invadir territorios y de asesinar a sus legítimos propietarios, los “indios”. E incluso en su libro pósthumo, garcilaso se reafirma en esta su profesión de fe imperialista y genocida; allí vuelve a vanagloriarse de haber servido a su amo y señor con la espada y con la pluma y a insistir en la “necesidad” de “ganar” los territorios de La Florida para que

España… transplantada… pudiera dar fruto de bendición, desmontando a fuerza de brazos la maleza del fiero paganismo, plantando… el árbol de la cruz… (“Prólogo”)  

Y en esa Florida lamenta no poder ser un sikario material, asesino directo o inmediato ya no de moriscos, sino de “indios”:

De mí sé decir que, si conforme el ánimo y deseo, hubiera dado el Señor la posibilidad, holgara gastarla juntamente con la vida en esta heroica empresa. (VI, ix)

Este “indio” listo para asesinar a sus “hermanos”, real o literariamente, es un ejemplo del que esas bestias a las que se refiere uno de sus admiradores:

El indio, siempre el indio, luchó por y no contra sus opresores, y disparó su arma contra sus hermanos de raza. En las revoluciones y en las guerras externas, el indio es “la carne de cañón”. Derramó su sangre por defender a sus amos. (LEV 1927, 97)

No cabe la menor duda de que en 1780 garcilaso oviesse estado al lado o detrás de PumaKawa y los demás “nobles” dispuestos a ser “carne de cañón” de sus amos y asesinos de sus hermanos.

Sin embargo, se autoproclamó “inca” y declaró amar apasionadamente a su patria (cuál?) y ese camouflage lo marketeó del modo más eficiente posible; la aparición de catecismos disfrazados de “historia” y firmados por un “inca” fue el colmo de la astucia de la cía.

Lograron su objetivo y sentaron un precedente que recién ahora la cía s. xxi, está explotando y con bastante éxito, pese a la torpeza de ambas partes (nunca “oligo-archía” ha sido tan consubstancialmente “oligo-phrenia”) la de ellos y la de su indiezuelo o mesticillo de turno, llámese cholo sano y sagrado o cosito.

Pobres diablos engendrados por ese infame bloody cocktail que es el perú oficial nacido “gracias” a francisco pizarro, bautizado por vicente valverde y adoctrinado por la cía ventrilocuando su muñecón, akulturalienado al extremo de proponerse como el objetivo de su vida (y volvemos a repetir y a corregir el juicio del maestro porras, doctissime eruditus: “la justificación de la conquista española, la exaltación de los beneficios de la fe y de la cultura, la defensa de la obra heroica y empeñosa de los conquistadores…” (1969. 21 y 1968, 401).

Esta sentencia del más importante descendiente espiritual del “inca” y uno de sus más importantes admiradores es inapelable y simplemente recoge el “espíritu” y la letra de toda la producción escrita de garcilaso que, de principio a fin muestra, malgré Macera o cualquier otro posible disculpador o justificador de ese gran prosista, una férrea coherencia innegable y envidiable.

Desde españa, sin ser un mercenario de toledo y sin siquiera conocerlo, pero sirviendo todos ellos a una misma finalidad, Garcilaso, gracias a su camouflage incaico que la ganaba máxima credibilidad (de cuyos rescoldos, que aún iluminan su capilla, fermentan los  παράσίτοι de su putrefacta carroña) y que, por lo mismo, resultó el más eficiente ejemplar de esa despreciable fauna de sikarios intectuales convocados por toledo para denigrar al Tawantinsuyu en su afán de “justificar” la invasión, el genokulturicidio y la dependencia de españa (o de quien fuese) per sæcula sæculorum.



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